Sólo hay arena.
Después de tantas noches -si, porque fueron noches-,
tardes de despedidas, camas ajenas, después de tanto,
menos viajes a la playa, en mi cama sólo hay arena.
La comparo contigo porque en estos momentos sólo pienso en ti,
en lo que fuimos e intentamos seguir siendo,
porque eso fue real: s u c e d i m o s.
Por más que sacudo mi cama, no termina de irse,
pero no sé si quiero que se vaya,
porque al final muchos quisieran estar en mi lugar,
¿o acaso todo el mundo toca la arena y tiene la osadía de llevarla consigo?
Tengo que dejarte ir pero creo que no quiero.
No quiero, te quiero.
Quizás esto es -o fue- lo más que iba a ser,
pero no puedo soltarte.
Hemos sido, pero fuera de sintonía
y creo que quiero ser más.
Tu eres mi arena.