Hoy presencié el desalojo de unas personas que vivían en una residencia desde hace 10 años. En el lugar vivía una pareja con sus 4 hijos, suegra y otros familiares. La policía entró a las 6 de la mañana como animales a sacarlos a la fuerza, ellos lograron sacar algunas de sus pertenencias y el siguiente paso fue destruir la casa.
Ya estaban llegando a un acuerdo para poder quedarse en el lugar cuando el abogado de la propietaria del terreno se comportó como todo un indolente, con el único objetivo de ganarse su dinero y creerse grande por unos minutos porque tenía el techo de toda una familia en su poder. El abogado logró que apresaran a los mayores de edad que vivían allí sin necesidad e hirió de bala al esposo de la dueña de la casa. Porque sí, porque le dió la gana.
Mientras dos hombres demolían la casa, solo pensaba en la mía y cómo se sentiría que de la noche a la mañana mi casa se vuelva polvo por la inconciencia, la ambición de un hombre cualquiera.
También pensaba en los obreros que demolían la casa. Por más que ellos quisieran decir "no vamos a demoler un hogar", no podían porque, de hacerlo, hubiesen sido despedidos y el problema se resolvía buscando a dos obreros más. Pero ellos tienen una familia que mantener.
Este mundo es una porquería. La gente con buenas intenciones no puede hacer mucho porque necesita vivir, y muchos con malas intenciones, tienen poder sobre los primeros.
Lo más irónico de todo esto es que si el mundo fuera como pensamos que debería ser, seguramente sería peor de lo que es, algo obviaríamos.
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