Siempre que tengo tiempo y que me entero, hago lo posible por asistir a cursos, charlas, tertulias, conferencias, talleres, proyecciones y demás relacionadas al cine, pero ocurre algo de lo que tengo la necesidad de hablar.
Es un hecho que el cine en la República Dominicana está creciendo, que ahora se hacen mucho más producciones cinematográficas que en cualquier otro momento de nuestra historia en el Séptimo Arte. Todo esto, en gran medida, gracias a la Ley para el Fomento de la Actividad Cinematográfica en la República Dominicana (mejor conocida como "Ley de Cine"), que entró en función hace ya más de 3 años. Esta ley, en poquísimas palabras, se trata de que las empresas pueden dedicar a la industria un porcentaje del total de los impuestos que deben pagar a la DGII (Dirección General de Impuestos Internos).
Esto último nos hace pensar que quizás la historia de largos comerciales considerados "películas dominicanas" se iba a terminar, pero no ha sido así. De hecho, una de las cosas que se ha criticado sobre la ley es que no hay quien filtre los guiones a realizarse a través de esta ley. Independientemente de ello, si se han realizado largometrajes que dan una mejor cara del cine dominicano y que ponen sobre el tapete a talentosos cineastas que gracias a esta ley pueden conseguir financiamiento para sus proyectos y mostrar sus trabajos sin necesidad de colocar publicidad descaradamente.