Igual que en la foto pero la pared no se ve, está llena de ropa.
Nancy, la modista. Conocida por la familia, estaba con mi tía en esos cursos de costura de hace mucho tiempo.
Nancy, lamentablemente, ha tenido que seguir llevando la vida de modista, ahogada entre ropa, cociendo a bajos precios para mantener la clientela, con un hijo que espera que lo firmen en un equipo de pelota hace años. Nancy puede tener muchísimo trabajo en agenda pero siempre acepta más: "Bueno, ta' bien yo voy a tratar de hace'te eso pa' esa fecha, aunque tengo muchísimo trabajo".
Las modistas (mayoría) tienen algo en común y es que nunca entregan a tiempo, siempre tienes que decirle que tu actividad es 1 semana antes de la fecha real, ella no es la excepción.
Pues Nancy tiene algo en especial: es una modista parlanchina quejadora con el aire dañado.
Desmenuzo la palabra:
Modista. Ya es obvio porqué.
Parlanchina. Siempre que llegas hay alguien y ese alguien aprovecha tu llegada para safarse de ella (es difícil cortarle la conversación). Entonces te toca el habladero hasta que llega otro y así sucesivamente.
Quejadora. Siempre tiene millones de problemas -nunca le preguntes cuáles!- y siempre la recordamos por frases como "Yo hasta a Dios se lo voy a agradecer", "Me duele hasta respirar".
El aire dañado. Forma parte de sus quejas, y sí, es una modista que coce barato que tiene aire acondicionado. Siempre que entras hace un calor y te dice que el aire está dañado, siempre, por años.
La clave del éxito para Nancy: hablar menos, no aceptar trabajos que sabe que no puede hacer, no quejarse tanto, hablar menos, hablar menos y hablar menos.
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